
Hoy, 14 de febrero, unos celebran San Valentín, otros San Solterín, y otros el Día del Corte Inglés. Pero lejos de hablar de amor, o contarte lo que me gusta celebrar a mí este día, quiero hablar de algo importante de verdad que aflora en fechas como esta: las “estafas románticas”, un negocio multimillonario que cada año deja a miles de víctimas con el corazón roto y, peor aún, con la cuenta bancaria en números rojos.
No creas que esto solo le pasa a personas despistadas o mayores que no entienden cómo funciona internet. Aquí nadie está a salvo. El mal uso de la Inteligencia Artificial, los deepfakes y las redes sociales han convertido el fraude amoroso en un arte digno de un Oscar. Desde el “príncipe nigeriano” hasta el supuesto Brad Pitt necesitado de dinero, las estrategias han evolucionado y ahora muchos de estos timadores ni siquiera piden dinero directamente. Te enamoran, te ilusionan, te venden la moto de tu vida… Y cuando menos lo esperas, te despluman.
Spoiler: vamos a hablar solo desde la perspectiva de las estafas en relación con la Educación Financiera; falsedad, mentiras, cuernos y el resto de estafas personales no opinamos (como el RSI entre los valores 30-70 🙄).
Cuando el príncipe azul pide dinero en vez de matrimonio
Ya no basta con preocuparse por los ex que regresan en estas fechas… Ahora también hay que esquivar a los falsos enamorados de las redes sociales (y no, no hablo solo de los que suben fotos ultraenamorados y que el resto del año ves que ni se miran, que sé que más de un conocido se te ha venido a la mente).
Estos son peores: Su modus operandi es contactar a sus víctimas con mensajes casuales (“Perdón, me equivoqué de número”) o deslumbran con perfiles que parecen salidos de un casting de Netflix. A partir de ahí, juegan el papel de almas gemelas hasta que llega el momento de la verdad:
- “Cariño, ¿te interesaría una inversión en, por ejemplo, una nueva criptomoneda?”.
- “Me muero de ganas por verte en persona, pero no puedo pagar el billete de avión, ¿me prestas el dinero?”.
Y un sinfín de ideario de mentiras que dejaría temblando hasta a la persona más mentirosa del mundo que hayas conocido.
La campaña “¿Citas o fraude?” lanzada recientemente por la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos (CFTC) está poniendo el foco en estos engaños que cada vez evolucionan más. Ahora, los timadores no solo piden dinero para supuestas emergencias, sino que han refinado su técnica con estafas de inversión. Lo que empieza como un flechazo digital termina con la cuenta bancaria en estado terminal.
Pig butchering o “matanza de cerdos”: un amor que te deja en los huesos
Puede sonar a peli de terror de bajo presupuesto, pero la “matanza de cerdos” es el nombre real de una de las técnicas más despiadadas de estos estafadores. Se trata de engordar a la víctima (metafóricamente, claro) con palabras dulces, cariño y atención hasta que confía lo suficiente como para soltar dinero. Una vez que han sacado todo lo posible, el supuesto amor desaparece más rápido que los chocolates del supermercado en un 14 de febrero.

Ojo, que no con esto digo que todos los que se acercan a alguien por dinero sean estafadores tan novedosos y originales, eh. Que de toda la vida se ha dicho eso de que “el perro a la sombra se arrima”. Y algunos lo hacen desde siempre (y sin criptomonedas de por medio, ni internet) y otros incluso se sienten bien relacionándose con gente así – “me quiere por guapo/a/e/i/o/u”. Já. Pero esos no nos dan igual a efectos prácticos de Educación Financiera.
A las personas les cuesta creer que podrían caer en una estafa así, pero la realidad es que el juego psicológico es fuerte. Muchos de estos estafadores manipulan con tal precisión que incluso si la víctima sospecha, termina justificando las peticiones de dinero. “Es que Brad Pitt está atrapado en la aduana y necesita que le pague los impuestos para enviarle un regalo”. Parece de broma, pero se trata de un caso real.
El Brad Pitt que arruinó una vida
Vamos a hablar de un caso reciente: de Anne, la mujer francesa que creyó estar en una relación con Brad Pitt y terminó perdiendo 830.000 euros. Sí, sí, casi un kilo por amor. Dios mío. Su caso fue tan viral que tuvo que retirarse un programa de televisión sobre ella por la ola de burlas que desató.
Todo comenzó con un mensaje en Instagram, donde un falso Brad Pitt logró convencerla de que estaban destinados a estar juntos. A lo largo de más de un año, la hicieron creer que el actor no podía acceder a su fortuna por problemas de divorcio con Angelina Jolie (¡vaya culebrón!). Le pidieron dinero para supuestas emergencias y tratamientos médicos, e incluso usaron fotos generadas por Inteligencia Artificial para hacer la historia más creíble.
Eso sí, si veis algunas de las fotos, de profesionales tienen poco, porque… En fin, juzgad vosotros mismos. Será que el amor es ciego como dicen, claro.
Sarcasmo aparte, Anne se quedó sin ahorros y con una depresión de caballo. A pesar de las mofas en redes sociales, también surgió un debate importante: si con deepfakes y estafas cada vez más sofisticadas, cualquiera podría ser la próxima víctima.
No te enamores (de un scammer)
¿Cómo evitar este tipo de estafas? Hombre, aparte de utilizar el sentido común, a nivel Educación-financiero-amoroso, la CFTC y otras agencias han dado varias alertas clave:
- Desconfía de cualquiera que te hable por internet con perfiles de famosos y te invite a ser su próxima pareja…
- Si alguien te pide dinero (especialmente en cripto o transferencias bancarias), corre en la dirección contraria.
- Si le sigues el juego: Ojo con las excusas raras para no hacer videollamadas: “Mi cámara está rota”, “Soy agente encubierto” o “Estoy atrapado en la Estación Espacial Internacional”.
- No te creas las oportunidades de inversión milagrosas.
- Usa el sentido común en las inversiones, en el amor no me meto.
Aunque suene a mala persona: si Brad Pitt te escribe para pedirte un favor, dile que no.
La probabilidad no suele engañar, pero algunos estafadores (del amor o no) tienen un Máster en ello. ¡Ve con cuidado!
Y ahora sí: ¡Feliz día de los enamorados, querido lector!