Hace unas semanas fui a jugar al tenis con uno de mis mejores amigos mientras las terrazas de mi pueblo estaban llenas a rebosar. ¿Fuerza de voluntad? Qué va, habíamos estado la tarde de antes y lo íbamos a estar la siguiente, así que era una parada en boxes simplemente. Es que el verano en el pueblo es mucho verano, y yo ya no tengo la edad que tenía para aguantar el ritmo de estar más fuera que dentro.
Me enrollo, al salir de jugar (y ganarle, por supuesto) fue a saludar a otro chaval de allí al que yo no conocía. Mientras tenían una de esas charlas exprés yo me fijé en el reloj que llevaba el chico: ni idea de qué marca era, pero eso sí, le daba la hora a él y al que esté en la acera de enfrente, ¡qué pedazo reloj! Movía la mano de forma muy brusca, como queriendo que nos fijásemos en el reloj, ¿me entiendes? (Hago el movimiento mientras escribo, pero lógicamente no me ves; mis neuronas, que desconectan de vez en cuando). Encima en un tono oro pollo muy llamativo, y me quedé pensando eso de: “Grande, ¿ande o no ande?”.
Me da igual que fuese un reloj del mercadillo o un Rolex de oro (que se notaba que no), a lo que voy es a la necesidad de llevar un reloj tan llamativo aunque no sea un buen reloj, porque me recordó mucho a un tipo de inversores con el que me encuentro algunas veces.
Algo así les pasa a los que dicen que trabajan «con el broker más grande del mundo» y que ese fue el motivo por el que empezaron a invertir con él (y aunque hayan tenido algún problema en él, ahí siguen, como unos cabezones). Aunque no les convenga, aunque haya otros muchos mejores (particular y específicamente hablando), da igual, porque ellos empezaron con el más TOP del mercado. ¿Base? Fuerte campaña de marketing (mezclada con nuestros sesgos) para decir que lo son o incluso anuncios en TV, pero eso sí, en sus Términos y Condiciones no encontrarás ningún argumento que sustente que realmente lo son, y en sus prácticas, posiblemente menos.
Como si les fuesen a dar un pin, o mejor aún, una silla en la junta de accionistas por decir que “trabajas con el broker más guay”. Porque no sé si eres consciente, pero dentro de los millones de clientes, tú eres uno más, y a veces, dependiendo de lo que hayas invertido, casi que ni eso. Y esto es lo importante: que les des igual y no busquen jo*erte.
¿Cómo?
Te explico: si un broker está pendiente de ti, ñe, mal vamos, eso es que le fastidias y no le mola que estés invirtiendo dentro de él. Son los que yo llamo “brokers muy malos”, que en otro artículo os contaré cómo diferenciarlos bien. Aquí sí que importa el tamaño de cuánto pasen de ti: cuánto más, mejor. Al fin y al cabo, el broker debe ser solo una herramienta, nunca debe interferir en tu operativa (por retrasos, bloqueos, invitarte a irte, etc.).
En resumen, el tamaño importa, pero no siempre se trata de que cuanto más grande mejor, obviamente lo del reloj es una opinión personal, porque a él le encantará llevarlo; pero en lo del broker… Ahí te hablo desde el máximo conocimiento de causa posible y sin que entren barreras subjetivas al juego, ya que (por suerte) no me caso con ninguno, solo me gustan los que hacen las cosas bien con el inversor, los conozco por dentro y son serios; en definitiva, que pasen de ti.
Sí, como lo oyes, grandes o pequeños pero que pasen de ti, que muevas millones o unos eurillos y les des igual.